La campaña agrícola se nos presenta con buenas perspectivas y nuestra amiga la naturaleza hasta la fecha nos ha proporcionado unas deseadas esperanzas de obtención de una buena cosecha y nos ha acompañado con agradables lluvias bien administradas y unos grados de temperatura muy asequibles para las plantas que, como vegetales comprensibles han sabido agradecer, demostrando su buen sentido de la connivencia entre el campo y el clima, que son buenos hermanos y se quieren.
Ya nos encontramos preparados para iniciarla campaña de riegos y estamos alerta de posibles problemas que todos los años nos puedan surgir, pues no hay que olvidar que, por ejemplo, esas pámpanas tan exuberantes, tan esplendorosas y agresivas se convierten en provocadoras para otras especies animales que también tienen su derecho a vivir y a perpetuarse y así poder mantener un equilibrio entre vegetales y animales que debería ser obligatorio, pero que no es comprensible, puesto que cuanto mayor fervor, exuberancia y belleza presentan los vegetales, los componentes del reino animal evolucionan incluso a mayor ritmo que el desarrollo de nuestros cultivos y es obligado poder demostrarles que, bien está que se reproduzcan y puedan vivir, porque muchos de estos animales tienen su propio derecho.
As que, aunque la madre naturaleza es sabia y conoce cómo pueden evolucionar nuestros cultivos, también la mano del agricultor debe ayudarla, para exista un equilibrio entre ambas situaciones: el desarrollo y evolución correcta de nuestros cultivos y la tendencia de la agresiva evolución del reino animal y del propio reino vegetal.
En definitiva, todo el proceso de buscar un equilibrio entre nuestras pretensiones de ofertar alimentos y productos para el mantenimiento del desarrollo de las poblaciones humanas, dependen exclusivamente del propio agricultor, puesto que los demás factores no pretenden un equilibrio, sino un desarrollo rápido, eficaz, sin miramientos, llegando hasta sus máximas posibilidades tanto los factores del medio ambiente, como la propia existencia de todo tipo de medios naturales que tan bien van al máximo de sus posibilidades y, por ello, el único que pude regular su actividades son los agricultores y su sabio entender, aportando sus conocimientos, sus esfuerzos y su calidad como profesionales de la madre naturaleza.
