Ayer tuvo lugar el Gran Capítulo anual de los Vinos de Canarias, una cita enológica de referencia en la que destacó la participación del tomellosero Felipe Blanco, encargado de leer el bando ante el resto de Cofradías invitadas. Para la organización supuso un “inmenso honor” contar con su voz y experiencia, en un acto que reforzó los lazos entre territorios y tradiciones vitivinícolas.
Felipe Blanco, cofrade de la Cofradía anfitriona, atesora una trayectoria vinculada a la historia viva del vino en las islas: trabajó en El Grifo, primera bodega de Canarias y quinta de España, con más de doscientos años de antigüedad. Referente en la elaboración de los vinos canarios, su impronta se reconoce en el estilo con el que hoy se entienden y disfrutan estas elaboraciones. “Felipe es un referente en la elaboración de los vinos canarios, tal cual los conocemos hoy en día”, subrayaron los cofrades durante el acto.
El paisaje volcánico de Lanzarote volvió a ser protagonista: “montañas de fuego” donde el calor emana de la tierra, casas blancas que iluminan el horizonte y unos vinos excelentes en los que la malvasía volcánica, de clara influencia Atlántica, impera gracias a la inmensa labor del campesino. La experiencia sensorial se completó con quesos de cabra, papas con mojo y una infinidad de sabores de la tierra de Lanzarote, productos que pusieron el broche perfecto a una jornada marcada por la generosidad y el cariño con que los asistentes fueron acogidos por los anfitriones canarios.
No faltaron guiños a la península y a La Mancha: hubo reminiscencias a los vinos de Tomelloso y a nuestro querido queso manchego, uniendo en un mismo brindis tradición, territorio y excelencia. Este encuentro reafirma el espíritu de colaboración entre Cofradías y la voluntad de seguir divulgando la cultura del vino desde sus raíces hasta la copa.
Un acto de hermandad enológica y gastronómica donde la malvasía volcánica y los sabores de Lanzarote se maridan con las reminiscencias a los vinos de Tomelloso y al queso manchego.
