La función principal de las cuevas era la elaboración de vino para la venta y conseguir lograr recursos económicos para la familia.
El gran espacio que se necesitaba para este almacenamiento se aprovechaba para otros pequeños usos que, en muchos casos, eran inertes y conexos con la propia elaboración de vino en la cueva y, en otros, para servicios propios del hogar familiar.
En un primer apartado propio de la elaboración de vino nos encontramos con las llamadas “tinaja de relleno” y “tinaja del gasto”.
La tinaja de relleno se utilizaba, como su nombre indica, para proceder a rellenar el contenido de la tinaja una vez que el vino se había elaborado, pues durante la fermentación el volumen del contenido de la tinaja disminuía.
La llamada tinaja del gasto se encontraba siempre rellena con el vino de mejor calidad y era utilizada para el gasto familiar, así como para dar a los peones, trabajadores, gañanes, en su caso, una cantidad de vino que estaba valorada en media arroba de vino por semana y persona (1 litro de vino).
Estas tinajas se localizaban en la parte baja de la escalera por un mejor acceso y facilidad en el manejo.
En artículos anteriores ya hemos comentado algunos otros y especificado la utilización y venta de residuos y restos de la propia elaboración, como han sido el aprovechamiento de las madres, las lías y los orujos, así como en otros casos la utilización del ácido tartárico.
Podemos añadir la fabricación de vinagre en pequeñas tinajas que se vendía a granel.
En relación a usos distintos de la propia elaboración, podemos mencionar las llamadas “fresqueras”, que eran pequeños armarios de madera, protegidos con mallas metálicas para evitar la entrada de mosquitos, donde se almacenaban distintos productos comestibles, así como era frecuente la conservación de ciertos productos de huerta como tomates, pimientos, pepinos, cebollas y otros entre los que se encontraban los llamados “coladores”, pequeñas tinajillas de barro donde se conservaban estos productos adobados con sal o en vinagre y que normalmente se mantenían en lugares frescos como los llamados “sótanos”, excavados en la piedra a mitad de la escalera, donde se mantenían con buena temperatura.
Podemos añadir que, en los tiempos en que todavía no existían frigoríficos ni neveras, era frecuente disponer en la cueva de cántaros o botijas para refrescar el agua.








Proseguiremos con nuestra serie de artículos completando todo lo concerniente a nuestras cuevas de Tomelloso.













