La violencia machista sigue siendo una herida abierta en Castilla-La Mancha, agravada por la creciente indiferencia de la juventud. Como feminista y educadora con más de cinco décadas de experiencia en las aulas, me preocupa el aumento de los casos de violencia de género y la falta de compromiso feminista entre las nuevas generaciones. La solución está en una educación inclusiva que enseñe igualdad, desmantele los estereotipos y combata el machismo desde la raíz.
Actualmente, Castilla-La Mancha registra 5.629 casos activos de violencia de género, según el sistema VioGén. La provincia de Toledo encabeza la lista (2.239 casos), seguida de Ciudad Real (1.103), Albacete (1.000), Guadalajara (714) y Cuenca (573). En el primer trimestre de 2025, las denuncias crecieron un 11,2%, alcanzando 1.639 casos, según el Consejo General de Poder Judicial (CGPJ). Aunque la tasa de víctimas por cada 10.000 mujeres (14,3) está por debajo de la media nacional (17,6), estas cifras reflejan un problema estructural que no podemos ignorar.
Más alarmante aún es la desconexión de los jóvenes con la lucha feminista. Según el CIS (2024), solo el 39% de los jóvenes españoles de 18 a 24 años se identifican como feministas, frente al 67% en 2019. En Castilla-La Mancha, la Fundación ANAR reporta un aumento del 15% en casos de violencia de género entre adolescentes en los últimos dos años, impulsado por actitudes machistas normalizadas en redes sociales y entornos escolares. Esta indiferencia, especialmente entre los varones jóvenes, exige una respuesta urgente.
Castilla-La Mancha ha dado pasos importantes. La Ley 4/2018 para una Sociedad Libre de Violencia de Género introduce una asignatura obligatoria en Primaria y Secundaria para fomentar la igualdad, el respeto en las relaciones y la prevención de la violencia machista. Sin embargo, su implementación es desigual. El Informe de Iniciativas para el Fomento de la Igualdad (2020-2023) destaca 2.800 acciones formativas en centros educativos, pero también evidencia que la falta de recursos y formación docente limita su impacto.
La educación inclusiva es la clave para revertir estas tendencias. Necesitamos un currículo obligatorio y transversal que promueva la igualdad desde edades tempranas, que enseñe a identificar la violencia y a combatir el machismo. En Castilla-La Mancha, donde el 71% del profesorado son mujeres, los centros educativos han avanzado en liderazgo igualitario, pero aún falta consolidar las aulas como espacios de respeto y empatía.
Programas como los talleres del Ministerio de Igualdad, implementados en 1.200 escuelas en 2023, deben ampliarse y complementarse con formación docente específica. Además, la educación debe abordar la diversidad de identidades de género y orientaciones sexuales para promover una convivencia inclusiva, tal y como establece la Ley 12/2010 de Igualdad y el II Plan Estratégico para la Igualdad (2022-2024).
Los jóvenes de Castilla-La Mancha deben ser el motor del cambio, participando en talleres, cuestionando actitudes machistas que circulan en redes sociales y defendiendo la igualdad en su día a día. Su voz puede construir una región más justa y solidaria. He visto generaciones de estudiantes transformar el mundo cuando cuentan con las herramientas adecuadas. Ahora, exigimos al Gobierno de Castilla-La Mancha que refuerce las políticas de coeducación, invierta en formación docente y garantice recursos para los centros escolares. Cada víctima de violencia machista nos recuerda nuestra responsabilidad colectiva. La educación es nuestra arma más poderosa; usémosla para construir una Castilla-La Mancha igualitaria y libre de violencia.
Dra. Ascensión Palomares Ruiz
Catedrática y Presidenta de la Asociación Europea “Liderazgo y Calidad de la Educación”
