La elaboración de vinos en tinajas en las cuevas del subsuelo de las viviendas, tenía sus ventajas y sus inconvenientes, pero en definitiva, resolvía el problema de los agricultores al poder definir de forma más concreta y sencilla la problemática de la comercialización del vino producido en su propia explotación y poder tomar sus propias decisiones comerciales disponiendo de su propio almacén y stockaje de una producción no perecedera que permitía poder tomar decisiones en los momentos más adecuados o, por qué no, los más necesitados, manteniendo unas reservas económicas en forma de líquido, en este caso, vino, ya que en otras circunstancias ya vividas anteriormente, se ve en la necesidad de vender su producción, independientemente de la posición del mercado del vino.
Pero para poder mantener en orden todo el proceso, ternemos que hacer necesario de disponer de distintos medios, útiles , aparatos y estructuras que el propio tomellosero ha sabido sacar a flote y dar las soluciones más inesperadas y de mayor originalidad.
Aprovechamos este artículo para nombrar algunas de ellas, que solamente el tomellosero ha sabido darle utilidad o aprovechar lo existente.

EL BOTIJO DE LA CUEVA: Puede parecer algo simple y de poca importancia, pero se hizo popular y formaba ya una costumbre instituida. El llamarse así no era nada más que a la salida de la cueva se solía dejar un botijo de agua fresca que venía de “perillas” cuando los trabajadores de las cuevas, salían de ellas sudorosos y sedientos y que siempre se agradecía.
La limpieza de las cuevas, así como de las zonas donde se habían manipulado las uvas, el mosto y el material que caía procedente de las lumbreras, se hacía necesario utilizar algo que limpiara de esa suciedad. A tal fin, se utilizaban, como era lógico escobas.
Las tradicionales eran de mango largo de caña y un manojo de ramas que permitían la limpieza en el interior de las cuevas y lugares anexos, pero eran estrictamente necesarias.
En Tomelloso, se hicieron muy populares y hoy existentes las llamadas como:

ESCOBAS DE CERRILLO: curiosas escobillas que no disponían de mango sino simplemente un manojo de ramas atadas en forma de muñón con ramas de la planta conocidas con este nombre de “cerrillo” que técnicamente corresponde con la familia botánica de las gramíneas (hoy técnicamente familia de las Poáceas) y cuyo nombre técnico corresponde Hyparrenia Hirta, una especie abundante en nuestra zona, que forma matas con espigas alargadas y que se utiliza también como ornamental.
RAFIA: Aunque los arillos de rafia no eran específicos de uso en las cuevas, sí era muy frecuente encontrarlos en ellas. La rafia era utilizada para atar los injertos de la viña cuando se plantaban viñas del país o pie franco, para después injertar la variedad. En las cuevas se cobijaba para que pudieran mantenerse húmedos y facilitar los injertos posteriores en las cepas. La rafia es una planta tipo de palmera de África y América, de múltiples utilidades. Estas escobas se utilizaban, principalmente para barrer las zonas de las calles cerca de las lumbreras y zonas próximas.
LA ESCOBA DE LA FACHADA: Era frecuente que en la parte superior de la fachada de la casa se viera colocada una escoba adherida a la fachada y cuyo significado indicaba a los que pasaban por la calle que estaba dispuesto a la venta de vino.

LA ESCOBA DE LA VENTA: Al objeto de barrer el suelo de las cuevas nos encontramos con distintos modelos de escobas artesanas sin mango, en forma de manojo de ramas, preparadas con plantas de monte, algunas de junco y otras con piorno o retama. También era frecuente que se utilizaban para barrer la era.
CANILLAS, LLAVES Y GRIFOS: Eran pequeños elementos utilizados para uso puntual que permanecían de forma opcional.
Las canillas eran tubos largos y curvados de cobre con agujeros pequeños para que las lías no sobresalieran por ellos. Se utilizan en las tinajas en los agujeros que disponen en las partes bajas, cuando se quiere extraer el vino de las mismas.
En el agujero más alto se inserta la canilla bordeando con una estopa de cáñamo y las que se ponían en la parte del agujero de la parte baja eran más cortas, rectas y de caña, debajo del hueco se colocaba un lebrillo de barro vidriado, a este acto se le llamaba “escurrir”.
Además, encontramos con cierta frecuencia; llaves metálicas para tornillos de dos usos, codos para mangueras, filtros para lías y grifos.
Todavía nos quedan muchos capítulos relativos a otros temas de interés que iremos desarrollando para ir completando en definitiva lo que han sido y supuesto las cuevas de Tomelloso.
